Habló educadamente con él y se acercó al príncipe para preguntarle cómo se encontraba, pero el joven se encontraba demasiado débil para responder. Ito Soda observó todos y cada uno de los movimientos de la dama, le dio la impresión de que trataba de embrujar al príncipe pero, debido a su soñoliento estado, tuve que resignarse sin lograr su objetivo.
Por la mañana los vasallos se despertaron y descubrieron, avergonzados, como Ito Soda había resistido al sueño. Los consejeros alabaron al joven por su lealtad y su resolución y le ordenaron que vigilara de nuevo la noche siguiente. Así lo hizo. Una vez más comprobó como la falsa O-Toyo entraba en los aposentos del enfermo y volvía a salir frustrada por no haber podido embrujar al príncipe.
Muy pronto, gracias a la vigilancia de Soda, el príncipe pudo volver a dormir con tranquilidad y, sorprendentemente, fue mejorando pues la falsa O-Toyo, al haber sido descubierta en dos ocasiones, dejó de molestar al leal vigilante. Ito Soda, preocupado por estos sucesos, informó a los consejeros de que la dama llamada O-Toyo debía de ser algún tipo de espectro.
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