lunes, 5 de noviembre de 2012

Una nueva vida

Hola a todos otra vez. Hace ya un mes que llegué a Miyazaki y la verdad es que las primeras impresiones han sido contradictorias. La ciudad de Miyazaki cuenta con alrededor de 400.000 habitantes pero la zona donde está situada la universidad apenas dispone de servicios. Pocas tiendas, pocos restaurantes, es decir, un ambiente muy diferente al vivido y experimentado en Kioto. Eso comporta que haga vida solamente dentro de lo que es el campus de la propia universidad. Hay poca frecuencia de autobuses e ir a las zonas comerciales es realmente caro. En definitiva, si no dispones de moto o de coche tus opciones de movilidad se ven del todo reducidas.


 La vivienda es un tema a parte. Resido en uno de los edificios destinados a acoger a estudiantes situado en el mismo campus. Se trata de un inmueble realmente viejo en el que los habitantes de una misma planta compartimos espacios tales como la cocina, las duchas y la zona de lavandería. Y es que en la habitación apenas cabe la cama (plegable), un armario y una mesa. Con todo eso, la ventaja más grande es, sin duda, que el alquiler no supera los 100 euros mensuales y de ese modo podré destinar gran parte de la beca del ministerio de educación japonés a otros menesteres tales como viajar.

Pero no todo son aspectos negativos. La completa ausencia de occidentales en mi universidad (soy de los pocos que no tiene los ojos rasgados y el primer estudiante español de la universidad) me permitirá una mayor inmersión cultural y seguro que mi japonés mejorará sobremanera. Aquí, o hablas el idioma del país o comunicarse se hace realmente una tarea difícil. Por otro lado, está el clima. Desde mi llegada, los días soleados han sido la tónica dominante. Un clima suave, agradable, opuesto al vivido en Kioto, donde los inviernos son realmente duros y en verano el calor se hace insoportable.


Empiezo a descubrir otra parte de Japón, donde la vida se ve de forma mucho más tranquila, sin prisas. Es el Japón rural, opuesto a las grandes aglomeraciones de Tokio, Osaka, donde el tiempo se ha convertido en el bien más preciado.