Con cuenta gotas, lo sé. Durante estos dos últimos meses, desde mi llegada a Miyazaki, no he tenido demasiado tiempo para dedicar al blog. Como contaba en el artículo anterior, me está costando más de lo previsto adaptarme a mi nueva vida y dedico mucho tiempo al estudio del japonés.
En el artículo de hoy me gustaría hablar un poco de mi última experiencia. En este caso, relacionada con la búsqueda de trabajo en el País del Sol Naciente. Este domingo, día 2 de diciembre, se celebró en Fukuoka (capital de la isla de 九州,Kyuushu, la más meridional de las cuatro que forman el archipiélago japonés) un encuentro entre empresas y jóvenes universitarios que serán, posiblemente, la futura mano de obra del país. El lugar emplazado, un enorme estadio de béisbol.
A primera hora de la mañana decenas y decenas de estudiantes de segundo curso de la Universidad de Miyazaki, vestidos todos con traje y salidos de un mismo molde, se subían a varios autobuses que les conducirían a Fukuoka. Y entre todos ellos me encontraba yo. A modo de experiencia me apunté a este viaje y es que quería ver más de cerca esto que los japoneses llaman 就職活動 (shuushokukatsudou), o búsqueda de trabajo. Todo está estipulado: desde las fechas para solicitar el lugar de trabajo, los documentos requeridos, los pasos a seguir para rellenar la documentación, la forma adecuada de vestir, los saludos durante las entrevistas personales, todo. Un ritual que no deja lugar a la más mínima improvisación y que convierte ,cada año, a miles y miles de japoneses en robots con el único objetivo de lograr un puesto de trabajo.
Llegados a Fukuoka, al escenario de la convención, se cumplieron mis previsiones. De entre los asistentes, venidos de todas las provincias del sur del país, yo era el único sin los ojos rasgados. Empecé a andar abrumado por los gritos de los anunciantes que querían vender las bondades de sus empresas a jóvenes poco seguros, aún, de su futuro profesional. No es que me interesara asistir a la presentación de ninguna empresa en particular, no tengo nada claro que mi futuro profesional esté en este país, pero me sedujo la idea de ponerme en la piel de uno de esos estudiantes y observar que era lo que se les contaba y ofrecía. Como ya sabéis, soy licenciado en periodismo así que opté por situarme en la primera fila de la carpa que había montado el periódico japonés 朝日新聞 (asahishinbun), que traducido sería el periódico de la mañana. En menos de 30 minutos y bajo la mirada atónita de un par de decenas de japoneses, yo entre ellos, se nos explico el funcionamiento de la empresa y el porqué el periodismo es un trabajo enriquecedor y proporciona una función social imprescindible en el país.
Este patrón se repitió en las siguientes empresas que visité. Eché de menos cualquier empresa extranjera que quisiera también ofrecer su modus operandi a unos japoneses que siguen pensando, aún hoy en día, que los extranjeros no podemos ser un activo importante para su sistema laboral. Y es que competir con los japoneses en sus mismas condiciones, con lo que supone el dominio del idioma, se convierte en una tarea al alcance de pocos.