Japón, país de contrastes. De contrastes y con un sinfín de normas
de urbanidad y protocolo, probablemente no escritas, que, sin duda, pueden sorprender a más
de uno. Con el de hoy empiezo una nueva sección en el blog: Idiosincrasia japonesa. Un espacio donde
encontraréis explicaciones sobre todos aquellos elementos cotidianos de la
sociedad japonesa que a nosotros, occidentales, pueden llevarnos al equívoco e
incluso a incomodar u/o a ofender a los propios japoneses.
Una de las cuestiones que más me sorprendió de mi primera
visita a Japón fue la forma de subir y pagar en los autobuses. En España, y en muchos países de Europa,
subimos al autobús por la puerta delantera y seguidamente pagamos el billete,
ya sea directamente al conductor o bien introduciendo el bono correspondiente
en una máquina. Además el precio del
billete acostumbra a ser siempre el mismo independientemente de la distancia
recorrida.
En Japón esta liturgia es completamente distinta y no son
pocas las situaciones rocambolescas y conflictivas que pueden llegarse a ver en
un autobús. Para empezar, subimos al transporte público por la puerta trasera y
deberemos pagar, con la cantidad justa, una vez llegados a nuestro destino.
Introducimos el dinero en una máquina que cuenta las monedas al instante
indicando al conductor si se ha efectuado el pago justo. La máquina dispone de
varios orificios. En la parte superior, el espacio para arrojar las monedas y
validar de forma magnética nuestro bono de autobús. En la parte frontal dispone
de una ranura para introducir el bono de autobús, un orificio para el cambio de
monedas y otra ranura que tiene la misma función para los billetes de 1000
yenes.
Las diferencias no terminan aquí y es que durante el tiempo
que he vivido en Japón he tenido la oportunidad de subirme a autobuses con formas
de pago distintas. En Kioto, por ejemplo, el billete cuesta 220 yenes (unos dos
euros), en cambio, en Miyazaki, el precio del billete variará dependiendo del
número de paradas recorrido, de la distancia. En este caso, al subir al autobús
deberemos coger un papelito que nos indica el número de parada y durante el trayecto, estar pendientes de un
panel situado a la altura de la cabeza del conductor para conocer el precio del
billete.
Otra cosa que sorprende de los autobuses japoneses es el
propio conductor. Siempre ataviado con uniforme y guantes blancos nos ira
indicando el nombre de las paradas, el momento en que arranca y frena el
vehículo y si hay giros bruscos. Es
decir, el conductor no solamente se encarga de conducir el autobús durante el
trayecto sino que durante el mismo está pendiente de la comodidad y la
seguridad de los pasajeros. Algo estrechamente ligado al cumplimiento de las normas
sociales del pueblo japonés.
Sin duda toda una aventura para todos aquellos recién llegados a Japón.
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