En un país donde se concede una importancia magna a la cultura de los jóvenes y que cuenta con uno de los sistemas educativos más estrictos y eficientes, la Todai, de más de 120 años de antigüedad, se sitúa en el escalafón más alto de la educación. Entrar en este prestigioso centro de estudios superiores significa gozar de una posición privilegiada durante toda la vida. 400 presidentes de las 1.400 mayores empresas del país nipón proceden de la Universidad de Tokio, el 90% de los cargos públicos en los ministerios de Interior y Economía están ocupados por licenciados de esta universidad, el 80% de los primeros ministros de posguerra la consideraron la piedra angular del renacer de Japón después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial y, del mismo modo, el 80% de los cargos en la Agencia Nacional de Policía y del ministerio de Comercio e Industria (el importantísimo MITI) los ocupan ex alumnos de la Todai.
Todo esto implica una gran competitividad para conseguir una plaza en esta universidad y en otras muchas distribuidas por la capital. Una competencia que, a veces, comienza antes de que los niños empiecen a caminar y es que los padres ejercen una fuerte presión sobre los estudios de sus hijos. Exámenes de acceso a preescolar, clases de refuerzo etc. Todo para que sus hijos puedan, el día de mañana, entrar en la mejor de las universidades y tener el futuro resuelto. En Japón, el sistema de contratación de las empresas sigue teniendo como baremo más importante la universidad de procedencia de los aspirantes. Los jóvenes nipones pasan gran cantidad de su tiempo entre libros hasta el punto que muchos de ellos llegan a perder la esencia de lo que significa ser niño o adolescente. Llegar a entrar en la Todai se convierte en una obsesión ya que una vez lo consigan, el trabajo vendrá a buscarles.
Todo esto implica una gran competitividad para conseguir una plaza en esta universidad y en otras muchas distribuidas por la capital. Una competencia que, a veces, comienza antes de que los niños empiecen a caminar y es que los padres ejercen una fuerte presión sobre los estudios de sus hijos. Exámenes de acceso a preescolar, clases de refuerzo etc. Todo para que sus hijos puedan, el día de mañana, entrar en la mejor de las universidades y tener el futuro resuelto. En Japón, el sistema de contratación de las empresas sigue teniendo como baremo más importante la universidad de procedencia de los aspirantes. Los jóvenes nipones pasan gran cantidad de su tiempo entre libros hasta el punto que muchos de ellos llegan a perder la esencia de lo que significa ser niño o adolescente. Llegar a entrar en la Todai se convierte en una obsesión ya que una vez lo consigan, el trabajo vendrá a buscarles.
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