En los próximos artículos hablaré de uno de los comercios más curiosos y a su vez más característicos de Japón: los Love Hotel. Los hoteles de citas son un reflejo de las restricciones y las paradojas de una sociedad conservadora y al mismo tiempo promiscua.
Populares entre las jóvenes parejas, y escampados por los barrios de ocio de las grandes ciudades niponas, los hoteles de citas acogen también a matrimonios para los que la presencia de los hijos en sus minúsculos apartamentos no favorece la intimidad. Del mismo modo, estos hoteles del placer también son útiles para las personas involucradas en aventuras extramatrimoniales, que los utilizan como punto de encuentro beneficiándose de la extrema intimidad que estos ofrecen a sus clientes.
Cada love hotel se distingue por su temática. Así, podremos encontrar negocios donde las habitaciones están repletas de motivos referentes a la antigua Roma, Egipto, a un futuro lejano e incluso a los más conocidos superhéroes. Abundan los establecimientos donde predominan el color rojo y los corazones, con camas de agua y pétalos de rosa escampados por toda la habitación. Al mismo tiempo, se busca satisfacer al cliente ofreciéndole distracción con videojuegos, películas (la gran mayoría de temática adulta), comida, bebida, disfraces para hacer realidad sus fantasias más ocultas y juegos eróticos.
El prototipo de la fantasiosa disposición que caracteriza a muchos de estos establecimientos podría haber sido el antiguo barrio de Yoshiwara, primer barrio de placer de Tokio, o el conocido barrio rojo de Amnsterdam. En 1911, un incendio destruyó la que fuera la ciudad sin noches. Desde entonces se construyeron diversos burdeles de dudoso estilo occidental, de los que sólo nos han llegado fotografías, que muestran una mezcolanza de arcos, farolas de gas, torres cuadrangulares y cornisas poco armonizadas.
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