Seguimos con el conflicto y sus partes.
Parece que el mismo e centra en intereses claramente geopolíticos. Los diferentes tratados signados desde mediados del siglo XIX no han servido para esclarecer la pertenencia de las islas, pero tanto Japón como Rusia conocían la riqueza de su biosfera. A los recursos naturales se suman otras cuestiones de carácter más nacionalista o histórico, que en multitud de ocasiones han servido como argumento para defender la legitimidad de algún territorio. En este caso se unen las viejas disputas nacidas durante la guerra con la importancia que los japoneses dan a todo aquello que confiere a su pasado. Finalmente, la situación de las islas hace que, sobre la mesa de juego de las relaciones internacionales entre ambos países, aparezca la carta de la geopolítica.
Si hablamos de los actores que intervienen en el litigio, parece que en el conflicto solo aparecen dos: Japón y Rusia. Actores principales de una disputa que en la actualidad tiene muy poco peso dentro de la agenda de la comunidad internacional y que parece tiene que solucionarse por vías diplomáticas, sin hacer uso de la fuerza militar. No parece, por tanto, que pueda haber otros actores, quizás los Estados Unidos podrían hacer sentir también su voz como actor secundario por el tratado de seguridad signado con Japón y por sentirse cómo su socio principal en la región de Asia Oriental así como para impedir que Rusia pueda ampliar sus fronteras. Estos no verían con malos ojos que Japón fortaleciese su posición en Asia, en un momento donde la región parece hacerse vuelto un territorio clave dentro del nuevo contexto internacional.
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