Los hombres y mujeres que, por voluntad propia, abandonan la sociedad y deciden aislarse del mundo para vivir como ermitaños también forman parte del folklore y la mitología japonesa. En el artículo de hoy hacen acto de presencia los Sennin.
Se trata de eremitas de las montañas y, en torno a ellos, circulan un gran número de leyendas. Aunque su forma es la de un ser humano, son inmortales y tienen poderes mágicos.
El primer gran sennin de Japón fue Yôshô, que nació en Noto en el año 870 a.C. Justo después de su nacimiento su madre soñó que se había tragado el sol, un sueño que profetizaba el poder milagroso del pequeño. Yôshô era un devoto y un sabio que dedicó toda su vida al estudio del Sutra de la Ley.
Llevó una vida extremadamente sencilla y cuenta la leyenda que sólo comía un gramo de mijo al día. Abandonó la tierra en el año 901 d.C. tras haber adquirido un inmenso poder sobrenatural. Dejó su manto colgando de la rama de un árbol junto con un pergamino en el que figuraban las siguientes palabras: "lego mi manto a Emmei de Dogen-ji".
Llegado el momento Emmei se convirtió en sennin y, al igual que su maestro, realizó numerosos milagros. Poco después de la desaparición de Yôshô su padre enfermó de gravedad y su único deseo, por el que rezaba cada día y noche, era el de volver a ver a su querido hijo. En respuesta a sus oraciones la voz de Yôshô se pudo escuchar por doquier recitando el Sutra de la Ley. Cuando terminó la oración le dijo a su sorprendido padre: "ofrece flores y quema incienso el día decimoctavo de cada mes y mi espíritu descenderá para saludarte guiado por el perfume de las flores y el humo azulado del incienso".
Para la cultura popular es posible que uno de los sennins más conocidos sea Mutenroshi. Maestro de Goku y Krilin en los primeros compases del manga de Akira Toriyama ,Dragon Ball, también apodado Kame Sennin (maestro tortuga).
Historia sacada de Mitos y Leyendas de Japón. F. Hadland Davis. Satori Ediciones. 2008.
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