Común en todo el Extremo Oriente, la laca se asocia principalmente con Japón. Aquí, la nuri (laca) o los urushi-mono (objetos lacados) siguen gozando del favor popular desde el período de máximo esplendor de este arte, entre finales del siglo XVII y principios del XIX.
Las tansu (cómodas), con cajones de varios tipos y usos, las cajas de té, peines y ornamentos del cabello, cuencos de madera, tazas de sake y bento-bako (fiambreras) ceremoniales, siguen siendo fabricados por los artesanos actuales, principalmente en Ishikawa, el valle de Kiso y Okinawa.
El auténtico urushi-mono requiere un proceso muy concienzudo, con la aplicación de tres capas de laca, por lo que su producción es muy cara; hoy abundan las imitaciones de plástico, sobre todo vajillas. A menudo estos objetos de laca llevan pan de oro y nácar, así como diseños pintados; el conjunto queda realzado por un acabado brillante.
Los colores más comunes usados en los objetos lacados fueron el negro, el rojo y el verde, junto con el más escaso maki-e (lacado con plata y pan de oro), aunque hoy se usa una gama cromática mucho más amplía.
En la actualidad el urushi-mono es uno de los suvenir más demandados en el país del sol naciente.
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