viernes, 16 de septiembre de 2011

Arte y tradición: la cerámica japonesa

La cerámica japonesa se remonta a la antigua cultura Jomon (finales del Paleolítico hasta el Neolítico) y fue rústica y práctica hasta la introducción de las técnicas chinas y coreanas en el siglo VI. Los alfareros japoneses continuaron creando piezas de estilo coreano hasta el siglo XVIII.

La cerámica vidriada no inició el proceso de refinamiento y sofisticación por el que es famosa hasta el siglo XIV. El centro de esta industria se encontraba en Seto, en Honshu, de donde proviene la palabra japonesa para la cerámica, seto-mono (cosas de Seto).

La cerámica del té aportó innovaciones representadas por la engañosa tosquedad de las piezas procedentes de los hornos de Karatsu, Hagi y Raku. La porcelana, introducida durante el siglo XVII, fue producida por primera vez en Arita, en las islas Tsushima, sobre todo las piezas azules y blancas –más tarde también policromas- conocidas como Imari por su lugar de procedencia. Junto con la policroma de Satsuma, la de Imari se considera la más representativa de la actual alfarería japonesa.

La cerámica tradicional decayó a finales del siglo XIX, pero muchos maestros alfareros continúan en activo, sobre todo en Kyushu.

Cerámica de Bizen

Bizen (al oeste de la isla de Honshu), es uno de los seis grandes centros de cerámica de la época medieval, famosa gracias a sus vasijas de barro no vidriadas. Su popularidad aumentó durante el siglo XV, cuando su calidad de acabado rústico fue apreciada y buscada por los maestros del té.

Su alto contenido en hierro le confiere su típico color pardo intenso; a veces es utilizada en la fabricación de tejas. Diversas técnicas de cocido alteran los colores y producen variados efectos.

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