Las antiguas influencias chinas convirtieron el sintoísmo en un culto a los antepasados; se creía que todas las personas, sobre todo los emperadores, se transformaban en kami (espíritus dioses) después de morir. Las diversas comunidades comparten las creencias básicas, aunque con variaciones; las aldeas erigen un santuario para albergar a un dios protector, e incluso los hogares cuentan con un kamidama (estante para los dioses) para las imágenes y efigies.
Como los fieles basan sus creencias en el respeto y la reverencia, más que en la fe y la devoción, el sintoísmo carece de doctrina o moral. El sacerdocio es hereditario y desde él se sirve a la comunidad y se mantiene el santuario.
El santuario sintoísta se reconoce por el torii (pórtico) de la entrada y por estar pintado de rojo y blanco, los colores rituales masculino y femenino. Además carece de imágenes, ya que a los antiguos dioses no se les confirió forma alguna. Los únicos elementos figurativos son las parejas de komainu (leones perro), que suelen alzarse a la entrada para proteger el santuario contra el mal. El zorro (inari), mensajero divino de los dioses, es otra de las representaciones animales características de los santuarios sintoístas.
Próximamente hablaremos de la institucionalización del sintoísmo como religión oficial de Japón.
me sirvio de mucho
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