miércoles, 27 de enero de 2010

Los grandes conglomerados económicos: los keiretsu

Keiretsus y cheabols están formados por grandes conglomerados y no es extraño, que sean sólo siete u ocho de estos grupos los que al final terminen controlando la economía del país. Las pequeñas y medianas empresas son incorporadas o absorbidas por las más potentes y a su vez, constituyen un gran laboratorio de pruebas para la entrada en nuevos sectores de producción. No debemos olvidar que estos holdings empresariales están situados en los puntos clave de la economía y pueden fabricar tanto bienes de consumo, como coches, pasando por la electrónica de consumo o gran cantidad de materiales industriales. Si de finanzas hablamos, keiretsus y cheabols están ayudados por bancos, compañías de seguros y otras instituciones (incluso el Estado en el caso coreano), que permiten salvaguardar su estabilidad económica:

- Buscan maximizar beneficios entre empresas de un mismo grupo.
- Comparten información sobre políticas económicas.
- Tienen costes asumibles al operar en sectores similares.
- Buscan externalizar y diversificar los procesos de producción.
- Se ayudan económicamente en épocas difíciles.
- Regularidad entre beneficios y costes de producción.




Por otro lado, encontramos ciertas diferencias entre el sistema japonés y el coreano. Las ayudas que reciben los grandes conglomerados nipones provienen mayoritariamente de los bancos del país (algunos de ellos incorporados dentro del propio keiretsu), mientras que en el caso de los cheabols estas ayudas provienen directamente del gobierno (un factor muy criticados por capitalistas acérrimos que no ven con buenos ojos la simbiosis entre sector privado y público). Parece que en la actualidad la fuerza de los grupos japoneses está decayendo, en parte por las continuas crisis que ha sufrido Japón en las últimas décadas. No podemos olvidar, que el país sigue siendo una de las economías más perjudicadas por la actual recesión mundial, hasta el punto de llegar a iniciarse un proceso de deflación de los precios.
El caso de Corea es distinto, y es que el sistema de cheabols parece haber aguantado mejor los golpes provocados por la crisis y el país crece a un ritmo bastante superior al de su vecino insular. Parte del secreto radica en las ayudas que el mismo gobierno coreano ha inyectado en los grandes grupos empresariales como Hyundai, LG o Samsung para impedir que pudieran perder poder económico.

sábado, 23 de enero de 2010

Los grandes conglomerados económicos: los keiretsu

Entender los mecanismos que llevaron a Japón a convertise en la segunda potencia mundial después de la derrota en la guerra no es tarea fácil. Sin embargo, el conocido por muchos como "milagro japonés" no hubiera sido posible sin la existencia de un conjunto de peculiaridades dentro del sistema económico y social del país nipón. Las grandes corporaciones empresariales tuvieron un papel preponderante en el renacer económico del país y es por eso que me gustaría dedicar un par de artículos a su idiosincrasia. Además, he creído oportuno basar mi exposición a modo de comparación con Corea, país que siguió los pasos marcados por su vecino asiático y que a día de hoy, enero de 2010, y gracias a ello está a punto de superar a España dentro del ranking de economías mundiales.

En el caso de Japón encontramos los zaibatsu: conjunto de empresas controladas por un holding y dirigidas por las familias fundadoras siguiendo los principios confucianistas de jerarquía, lealtad y bien común. Estas estaban ligadas al gobierno japonés y a sus decisiones. Desaparecieron con la llegada de las tropas del general MacArthur al país después de la derrota en la guerra.

Durante la posguerra los zaibatsu renacieron bajo el nombre de keiretsu: uno de los objetivos principales de los americanos a su llegada al archipiélago después de la guerra, fue la de terminar con el entramado empresarial nipón, que según ellos había financiado la expansión del imperio durante las primeras décadas del siglo XX. No obstante, los años 60 y 70 verían crecer otra vez grandes núcleos corporativos, que empezaban a tener presencia en diversas ramas de la economía. Sucesores de los zaibatsu, los nuevos keiretsu estaban mucho más ligados a bancos y al sector financiero y no tanto al gobierno, aunque seguían manteniendo una estrecha relación con el MITI (Ministerio de Comercio e Industria).

En el caso de Corea aparecieron los cheabols: una mezcla surgida de elementos propios de los zaibatsu y de los keiretsu. Los cheabols, toman la forma de las organizaciones aparecidas después de la guerra en Japón y a su vez están controladas por las grandes familias. Un hecho que demuestra la importancia de las ideas confucianas en ambos países, donde el respeto por los superiores y la idea de familia se convierten en uno de los motores de la sociedad.



La aparición de un sistema empresarial basado en grandes holdings económicos fue uno de los puntos clave para el crecimiento de Japón y de Corea. Pensar antes en el bien común que en las necesidades individuales. De algún modo podríamos hacer referencia al concepto de “mano invisible de Adam Smith: ayudar al progreso de la nación al final repercutirá en una mejora de los intereses individuales. Para ello, el sistema de conglomerados empresariales consiguió mantener una estrecha relación con el sistema político y financiero, que a su vez “aconsejaba” (influía y a veces hasta ordenaba) aquello que era mejor para la economía en un determinado momento.

En el próximo artículo presentaré semejanzas y diferencias entre keiretsus y cheabols.

martes, 19 de enero de 2010

La mafia japonesa: La Ley Bôtaiho

En 1991 entraba en vigor la denominada Ley Bôtaihô. Los aspectos centrales de esta nueva norma jurídica residían en la forma de controlar a las nuevas organizaciones criminales a través de la Comisión Nacional de Seguridad Pública. En definitiva, como conseguir limitar y disminuir los actos violentos de la Yakuza y asistir a las víctimas. Se definía a la Yakuza como "un grupo en el cual existen riesgos de que sus miembros lleven a cabo de forma rutinaria actos ilegales y violentos". Se daban poderes legislativos a la Comisión y la potestad para dar el visto bueno a la creación de grupos yakuza. Una vez se designa el grupo, los miembros tendrán prohibido llevar a cabo actividades, que puedan llevar a la obtención de cualquier tipo de ventajas incluidas en el artículo 9: exigencias violentas.

A continuación algunas de las disposiciones del artículo 9.

1- Exigir donaciones por cualquier razón.
2- Exigir contratos de trabajo.
3- Exigir trabajar a aquellos dentro del territorio.
4- No pagar una deuda de forma parcial o total.
5- Exigir el abandono de un local por la fuerza.
6- Exigir compensaciones por daños y prejuicios.

Si algún miembro de una organización designada incurre en una de las exigencias marcadas por el artículo 9, la víctima podrá dirigirse a las autoridades y la Comisión Nacional de Seguridad Pública tendrá la capacidad de emitir una orden judicial en contra de la pertinente banda mafiosa. Si la Comisión sospecha que esta puede volver transgredir el artículo 9 podrá emitir un mandato de prohibición expresa. El incumplimiento del mandato podría tener consecuencias tales como condenas de un año de cárcel, multas de 1.000.000 millón de yenes, o la combinación de ambas.



La Ley Bôtaihô sufrió varias revisiones durante los siguientes años, donde se endureció, se hizo más estricta y consiguió reducir la fuerza de la Yakuza entre el período de 1989-2000. Disminuyó sobremanera el número de yakuza kôsei-in (bandas enteras de yakuza), se reestructuraron los grupos para intentar evadir las disposiciones marcadas por la ley, muchos miembros se jubilaron y muchos otros continuaron sus “negocios” de antes bajo la apariencia de organizaciones políticas. La Yakuza, a partir de este momento, tuvo que buscar nuevas formas de organización que le permitieran seguir ejerciendo el control en sus negocios de antes, pero siempre vigilando no saltarse las disposiciones de la Ley Bôtaihô.

Y hasta aquí los artículos dedicados a la mafia japonesa: la Yakuza.

domingo, 17 de enero de 2010

La mafia japonesa: relaciones con políticos y policía

En Japón, la Yakuza es conocida por todo el mundo. Se conoce su existencia, encontramos censos e incluso es sabida la relación entre algunas de las facciones Yakuza de postguerra con políticos del ala derechista del gobierno. Los reportajes de investigación aparecidos en los medios de comunicación o los arrestos en masa de políticos corruptos no fueron suficientes e incluso, en la época posterior a la guerra, las relaciones entre políticos y mafiosos fueron tan estrechas que se hicieron casi imposibles de detectar.

En 1951, el ministro de Justicia Kimura fue acusado de intentar organizar un grupo de 200.000 hombres entre derechistas, bakuto, tekiya y gurentai (grupos de mafiosos no tradicionales de Japón, chantajistas). La organización, conocida bajo el nombre de Battô-tai, pretendía actuar como un grupo de choque anti-comunista, para oponerse a una revolución que, Kimura, creía inminente. Solo cuando Kimura presentó la petición para la propuesta del Battô-tai, al Primer Ministro Yooshida está fue rechazada. Además, con los años, la Yakuza ha aprendido cómo obtener fondos, organizar a los votantes y eliminar a la competencia sin hacer mucho ruido y sin tener que recurrir a la fuerza. Se conoce que entre los años 50 y 60 algunos políticos dedicaban parte de sus ingresos a financiar ceremonias, bodas y funerales de miembros de la Yakuza.

Otro factor responsable de la existencia continuada de la mafia japonesa es la relación mantenida con la policía. Durante el período de postguerra y aparición del mercado negro, una de las condiciones previas para que los Yakuza lo controlasen fue la ausencia de una eficiente alternativa al negocio de la protección. Sin duda, el factor más significativo fue la debilidad de la policía japonesa durante ese período, provocado por los cambios estructurales del general MacArthur. Debido a la mala situación económica, los recursos para financiar las entidades locales, incluyendo la policía, eran del todo insuficientes y para solucionarlo los cuerpos del orden empezaron a aceptar donaciones provenientes de la “Asociación de Soporte a la Policía” y la “Sociedad de Prevención del Crimen”. Aún así, y de forma inevitable, las contribuciones incluían también aquellas que venían de los grupos de la Yakuza. De esta manera, pretendían que la policía no interfiriera en sus asuntos. La corrupción no fue el único problema surgido de la descentralización de la policía. La poca autonomía de las fuerzas policiales era insuficiente para coordinar las operaciones y a la vez compartir información. Una deficiencia unida a la falta de personal cualificado que dejaba a la policía sin capacidad para hacer frente a las organizaciones mafiosas que operaban por todo el territorio.
Con la recuperación económica del país, la retirada de las fuerzas del general MacArthur y el comienzo de una cruda época de guerra de bandas, las relaciones entre policía y Yakuza se volvieron más hostiles.

sábado, 16 de enero de 2010

La mafia japonesa: Estructura de la Yakuza

En diciembre de 1988, había contabilizadas 3.197 bandas con un total de 86,552 hombres reconocidos en los archivos de la policía. El 40% pertenecía a uno de los tres sindicatos nacionales: el Yamaguchi-gumi, el Inagawa-kai y el Sumiyoshi-kai. Sindicatos, que a su vez, estaban compuestos por los ikka o familias ficticias, parte fundamental de las unidades de organización de la Yakuza.

La estructura formal de la organización está claramente definida en estratos jerárquicos. Cada uno cuenta con sus labores específicas, privilegios, estatus y deberes. Una estructura que toma prestado el concepto de familia del pensamiento confuciano, muy arraigado dentro de la sociedad japonesa.



La responsabilidad de los negocios y actividades del ikka recae siempre en manos del kumi-chô. Este es aconsejado por los saikô-kanbu, que actúan siempre bajo responsabilidad de una especie de vicepresidente conocido también como waka-gashira. Por debajo encontramos a los kanbu con capacidad propia para formar grupos internos pero sin tener suficientes fondos como para mantenerse fuera de la estructura del ikka. Los kumi-in, o soldados, son responsables de cobrar las deudas, hacer de chóferes, encargarse de los pedidos por teléfono, limpiar y formar a los aprendices. Estos, muchas veces son empleados en trabajos controlados por los propios kumi-chô o kanbu u otros controlados por el ikka. Los aprendices son los encargados de hacer las tareas más sencillas y manuales. El hecho de trabajar para “el jefe” hace que los kanbu y los kumi-in normalmente operen y trabajen por su cuenta, pensando por si mismos que tipo de actividades pueden ser ilegales o no, pueden afectar a la reputación del ikka etc. Finalmente serán estos los que se encargaran de pasar las ganancias obtenidas a su jefe o kumi-chô.

Curiosa es la forma de establecer este tipo de relaciones y vínculos. Se establecen a través de un ritual de intercambio de sake, en una ceremonia denominada sakazuki. La naturaleza de estas relaciones se determina por la cantidad de sake vertida en cada uno de los recipientes. Por ejemplo, una relación o vínculo de igualdad (kyôdai) significará una cantidad igual de sake vertida. Por el contrario, una relación desigual (aniki-shatei) quedará reflejada en una cantidad de seis-cuatro o siete-tres en la distribución del sake.

martes, 12 de enero de 2010

La mafia japonesa: Historia de la Yakuza

Sigamos con la historia de la Yakuza.

A partir de 1740, durante el período Edo y bajo control estricto del clan Tokugawa, se designaron a los líderes de las bandas de bakuto más influyentes, para que organizaran los intercambios comerciales entre ciertas áreas. Con el tiempo esto se extendió a los templos y santuarios que estaban ligados a algún mercado. Los supervisores eran responsables de los diversos tenderetes así como los encargados de apropiarse de la renta de cada uno de los comerciantes. El más famoso de estos grupos de bakuto, fue Banzuiin Chôbei. Su fama era reconocida por su rol de protector de los comunes contra el trato arbitrario de algunas bandas rivales descontentas con los samuráis. Durante los años venideros, se fueron organizando bandas y buscando nuevas formas de hacer dinero.

La Yakuza, tal y como se la conoce hoy en día, tomó verdadero poder a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando se hicieron con el control de la prostitución, negocios de apuestas, drogas, comercio ilegal y un largo etc. Con el fin de la guerra, Japón quedó devastado. Las mayores ciudades del país se encontraban en ruinas, gran parte de la población desempleada (se calcula que unos 13,1 millones de los cuales el 17,6% provenían del ejército vencido), los niveles de capacidad productiva eran del 52,7% en relación a 1937 y la producción de arroz se había estancado. Si con esto no fuera suficiente, la policía fue desmantelada, se hizo una purga de la clase política, se deshizo el ejército y se puso fin a los grandes conglomerados empresariales a los cuales el gobierno estadounidense culpaba de financiar los objetivos belicistas y expansionistas del gobierno imperial japonés.



En un contexto tan poco halagüeño el mercado negro se convirtió en la única vía de supervivencia de mucha gente. Rápidamente los jefes de los diferentes grupos de la mafia japonesa se hicieron con el control de este nuevo mercado y se calcula, tan solo dos meses desde la rendición del país, que ya había 17.000 mercados de ese tipo a lo largo de todo el archipiélago. Un mercado que no solo ofrecía comida, medicinas o utensilios, sino que se convirtió en un punto clave para vender y comprar droga. Los diferentes clanes de la Yakuza siguieron aumentando su influencia y poder a partir de los años 50 del siglo XX y ciertas ramas ultraderechistas de la banda comenzaron a operar y a extorsionar dentro de grupos políticos.

Abandonamos la parte más histórica para seguir con una serie de artículos, donde se explicará la estructura interna de la organización mafiosa, sus relaciones con políticos y policias e incluso los litigios con la ley japonesa.

sábado, 9 de enero de 2010

La mafia japonesa: La Yakuza

A partir de hoy dedicaré una serie de artículos a hablar de una de las bandas mafiosas más conocidas en todo mundo: La Yakuza. Desde su historia, pasando por su estructura interna, las relaciones que mantienen sus miembros con personajes poderosos de la política nipona o la policía y cómo se ha regulado legalmente la organización durante los últimos años.

Para entender mejor la organización económica de la Yakuza (ヤクザ) es necesario hacer una breve introducción a sus inicios, a su historia y su trayectoria a lo largo de los años. Japón, a pesar de ser considerado uno de los países más seguros del mundo, también cuenta dentro de sus redes económicas con una de las bandas criminales más antiguas y con mayor poder. La Yakuza es sin lugar a dudas la organización que cuenta con un mayor número de miembros, se calcula que unos 86.500, y a diferencia de las demás sus integrantes lucen con orgullo sus tatuajes distintivos y no se esconden de formar parte de una de estas bandas del crimen organizado japonés.

Es conocido que el grupo de la Yakuza se formó y comenzó a operar durante el período Edo (1603-1865-68), cuando muchos samuráis, al no ser realmente necesarios para su daimyo (señor feudal), fueron expulsados y obligados a ganarse la vida de forma distinta. Estos samuráis sin hogar ni familia fueron conocidos con el nombre de ronins. La mayoría de ellos dedicaban su tiempo a llevar a cabo encargos sucios, de dudosa legalidad, para gente de reputado prestigio social a cambio de unas pocas monedas con las que poder comprar alimentos o refugiarse en alguna casa de té. Otros sin embargo, se dedicaron a ser maleantes. Con el tiempo, empezaron a organizarse bandas de ronins que dominaban el monopolio de la seguridad en pequeños poblados. A cambio, pedían a sus aldeanos comida y alojamiento, pero no tardaron en comenzar a extorsionar y a pedir más y más. La división entre bandas rivales de ronins originó la aparición de disputas y peleas por un mismo territorio. De esta forma aparecieron los primeros grupos de criminales organizados que empezaron a operar de forma muy parecida a los Yakuza actuales.



Si analizamos el término Yakuza desde un punto de vista semántico podemos convenir que, aunque en sí mismo es impreciso, surgió a finales del siglo XIX. Era comúnmente utilizado para referirse a dos grupos distintos de ronins, los bakutos (jugadores) y los tekiya (vendedores ambulantes). Estos se dedicaban a montar y organizar negocios de apuestas y juego ilegal. La derivación de la palabra proviene de los términos ya (ocho), ku (nueve) y sa (tres), que hacían la peor mano posible en un tradicional juego de cartas, surgido dentro del grupo de los bakuto. Para poder ganar la partida cuando tenías en tu mano YA, KU, ZA debías ser realmente hábil ya que no dependías de la suerte sino de ti mismo.

En el próximo artículo ahondaré un poco más en la historia reciente de la organización hasta llegar a nuestros días. Un saludo.