martes, 30 de marzo de 2010

Kojiki: inicios de la literatura japonesa (1)

Llegados a este punto, me gustaría dedicar un par de entradas a la primera publicación nipona: El Kojiki (712). Una recopilación de mitos fundacionales e historias aparentemente reales puestas por escrito en los albores de la sociedad Yamato.

El Kojiki (古事記) es el libro más antiguo que se conserva sobre la historia de Japón y vendría a significar “registro de las cosas antiguas”. En él, se narran las tradiciones nacionales desde la edad mítica, con los primeros dioses, hasta el reinado de la emperatriz Suiko (593-628).

En el Kojiki, no solo se cuentan los hechos acontecidos en la historia del pueblo japonés, sino que es el primer exponente de la consciencia del estado nipón, de su despertar como pueblo a través de una mezcla de hechos reales y mitológicos. Desde siempre, Japón se ha caracterizado por tener una gran capacidad para asimilar conceptos estéticos y culturales procedentes de otras regiones. Estas influencias como la literatura, la religión, la mitología o la filosofía provenían básicamente de sus vecinos: Corea, China y el Sudeste Asiático. Así, fue durante el período fundacional del pueblo japonés, Yamato (300-645), cuando empezaron a producirse todos estos contactos.

Hasta ese momento, la cultura japonesa se había sustentado a través del culto al Shinto (religión animista por excelencia) y en las narraciones folclóricas que se transmitían oralmente de generación en generación. Y, efectivamente, es en esta vertiente religiosa dónde el Kojiki destaca por haber sido la obra sagrada del Shintoísmo. Aunque la sociedad primigenia de esa época absorbió muchos de los estilos provenientes del exterior, no dejó de lado las creencias autóctonas. Las propias tradiciones se fusionaron con las de fuera creando así una de nueva que no perdía en ningún momento la esencia propia, eclosionando toda ella para dar a luz la cultura clásica japonesa.



En este contexto fue Ono Yasumaro, sirviente e historiador de la corte imperial, quién, en el año 712 de nuestra era, se encargó de poner por escrito el material histórico a partir de las recitaciones orales de Hieda no Are. En un principio fue el emperador Tenmu el que encargó a Hieda no Are la memorización de toda la historiografía japonesa, ya que se comentaba que este tenía una capacidad excepcional de memorizar lo que leía y oía. Aún así, no sería hasta tiempos de la emperatriz Genmei (712) cuando la recopilación fue terminada y entregada por Ono Yasumaro.

En el siguiente artículo explicaré un poco más sobre la recopilación el contenido y división de la obra.

viernes, 19 de marzo de 2010

Fetichismo en el aire

Seguro que muchos de vosotros habéis oído hablar de excentricidades, conductas un tanto especiales o aficiones poco comunes llevadas a cabo por los japoneses. Qué decir de sus ansias por vestirse de forma extravagante, adorar a cantantes como si de dioses se tratara, consumir pornografía de forma habitual sin que sea deleznable y a niveles más fetichistas, máquinas expendedoras de bragas usadas o prostíbulos de muñecas hinchables. En este sentido me gustaría dedicar el artículo de hoy a un tipo de fetichismo, quizás poco conocido fuera del país nipón: Los vestidos de las azafatas de las aerolíneas japonesas.

Parece que el fetichismo a perseguido durante años las dos principales aerolíneas del país, la Japan Airlines (JAL) y All Nipon Airways (ANA), y ha convertido los vestidos de sus azafatas en codiciadas piezas que llegan a valores absurdos en el mercado negro de Tokyo. Quizás para los occidentales esta conducta pueda parecer de todo menos sana, pero no para los japoneses que cuentan con gran cantidad de opciones para satisfacer sus deseos más perturbadores. Así, pudiera parecer incluso razonable que el propietario de un burdel pague 2.000 euros por un uniforme para conseguir elevar la calidad del espectáculo.



Las dos aerolíneas están al corriente de tal actividad y han tomado medidas para evitar que los uniformes lleguen a los circuitos ilegales: numerar, por ejemplo, cada modelo para poderlo rastrear e impedir que un empleado pueda conservarlo tras abandonar la empresa. Sería una posible solución si las circunstancias fueran diferentes. La fallida de la JAL hace un par de meses supuso el despido de 1.300 azafatas y como consecuencia, la posibilidad de que centenares de piezas quedasen a merced de los fetichistas. Ni que decir, que la compañía nipona no está dispuesta a sumar, a su ya de por sí mala reputación, la publicidad que podría generar un puñado de obsesos buscando uniformes por las calles de la capital tokiota o las subastas por internet.


Sin embargo, parece difícil que no llegue a filtrarse un porcentaje significativo de uniformes, y que no empiecen a circular por las tiendas fotos polaroid de azafatas interesadas en venderlos. Seguramente ya haya algunos burdeles de Tokyo, diseñados como cabinas de avión, que aguantan la respiración.

Artículo sacado de El Periódico de Catalunya del 15 de marzo de 2010

domingo, 14 de marzo de 2010

La sankin koutai (2)

La llamada experiencia de Edo empezaba al abandonar los dominios y terminaba con la vuelta a casa. Se traba de una aventura de descubrimiento de uno mismo y por encima de todo, significaba llegar a comprender qué papel podía llegar a desarrollar cada una de las localidades en el contexto colectivo de los dominios y también en relación a la capital y al shogunato.

Si hablamos de las caravanas que acompañaban a los señores feudales hasta la capital, estas se dividían en tres partes: la osendachi, o grupo más avanzado; la otomodachi, grupo principal donde solía viajar el daimyo con sus hombres de confianza y, finalmente, la oatodachi, hombres encargados de cerrar la marcha. En el decurso de los viajes, las caravanas se encontraban con un gran número de personas a su paso que también viajaban de sus ciudades a Edo. La variedad dialectal del Japón de la época (actualmente aún existen diferencias auqnue no son tan acusadas) hacía difícil la comunicación. Para solucionar este problema se crearon y popularizaron manuales con los distintos dialectos del archipiélago, que comparaban las lenguas de los dominios con las de Edo.



Una ciudad, Edo, que se convirtió en el verdadero centro cultural del país. La llegada constante de personas permitió que los conocimientos y cultura procedentes de los distintos territorios se mezclaran con la gente de la capital. Por su parte, los recién llegados aprovechaban sus largas estancias en la capital para comprar todo tipo de objetos: cerámica, telas, armas, grabados, muebles, comida y un largo etc, que se llevarían con ellos a sus casas. En un sentido inverso, la sankin koutai constituyó un mecanismo importante de diseminación de la cultura bushi (culura de los samuráis o guerreros), sus artes y su saber estar. Finalmente, las residencias de los daimyo se convirtieron en verdaderos centros culturales, donde se celebraban obras de teatro Noh y Kabuki para complacer a los cargos del Gobierno militar y a su vez servían de centros redistribuidores de información, con mensajeros que viajaban a los dominios para contar todo aquello que sucedía en la capital.

sábado, 13 de marzo de 2010

La sankin koutai (1)

Hoy me gustaría hablar de una de las características más singulares del periodo Tokugawa (1603-1868): lasankin koutai. Dedicaré dos artículos a contar los entresijos de esta institución creada por el Gobierno militar de la dinastía Tokugawa.

Durante los más de 250 años en que Japón se cerró al mundo, el shogun o jefe militar, situado en la capital Edo, requería de forma imperativa que los diferentes señores feudales, los daimyo, dejasen sus dominios y pasaran un año de cada dos en la capital. Una estrategia de control que le permitía al shogun mantener a ralla a los muchos terratenientes. El viaje hasta Edo suponía grandes gastos, tanto económicos como humanos, que los daimyo no podían dedicar al entrenamiento de un ejército que pudiera poner en peligro la supremacía y legitimidad del Gobierno militar del shogun. No suficiente con el debilitamiento económico de todos los señores feudales, se les obligaba, además, a dejar en sus residencias permanentes de la capital, y a modo de rehenes, a sus mujeres y heredero a su vuelta a los dominios.



La sankin koutai, como institución, funcionaba como un gran dinamizador económico. Requería por parte de los daimyo grandes esfuerzos en la preparación y cumplimiento del viaje ya que tenían que hacer malabares con sus ingresos y recursos para ahorrar y recortar gastos. Lo señores feudales más importantes del archipiélago nipón desplazaban más de 2.000 personas en sus peregrinajes a Edo. Todas ellas recibían incentivos económicos a cambio de ayudar en la mejora de las infraestructuras y vías de comunicación entre sus territorios y la capital.

Las caravanas humanas que llegaban de forma constante se convirtieron en un importante activo económico y cultural para una Edo que, por aquel entonces, se había convertido en la ciudad más grande y poblada del mundo El crecimiento de población se vio acompañado por un aumento exponencial de las necesidades de toda esa gente que llegaba de los territorios, deseosa de consumir cultura y todo aquello que les pudiera ofrecer el contacto con la gente de Edo.

sábado, 6 de marzo de 2010

El sushi y su problemática

Si hiciéramos una encuesta preguntando ¿Qué es lo más conocido de Japón? O ¿Qué te viene a la mente al oír la palabra Japón? Seguramente gran parte de las respuestas irían enfocadas a la gastronomía y más concretamente al sushi (pescado crudo). Este plato es, sin duda, el más conocido del país asiático. En Japón, se puede encontrar sushi de casi cualquier pescado y es que para los nipones su alimentación siempre estuvo ligada al mar. No voy a alargarme contando las características de este plato, ya que en el artículo de hoy me gustaría hablar un poco de la problemática que siempre ha rodeado este plato a raíz de una noticia aparecida en el Público del pasado 5 de marzo.


Japón es conocido como una de las mayores potencias pesqueras del mundo y su obsesión por la caza de ballenas (ilegal hoy en día) ha ocupado un espacio importante en los medios de comunicación globales. Pues bien, hace unos días el país nipón volvía a ser noticia al anunciar que no cumplirá con la prohibición de caza del atún rojo, uno de los ingredientes más preciados para los amantes del sushi. La prohibición, respaldada por los Estados Unidos, fue planteada como medida para salvar el atún rojo de la extinción y se votará en la próxima reunión de los 174 países miembros del Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre, que tendrá lugar en Doha (Qatar), entre el 13 y el 25 de marzo. La propuesta contará seguramente con el apoyo de países como el Reino Unido, Francia o Alemania, incluso de la Comisión Europea, aunque no se espera que la UE adopte una postura única en la cumbre de Doha. Por otro lado, países como España (donde casi 3.000 personas viven del mar), Grecia, Malta o también la China podrían rechazar el veto al comercio internacional de esta especie.





Aunque Japón actualmente compra el 80% de las más de 7.000 toneladas de atún rojo que pescan los barcos europeos en el Mediterráneo y el Atlántico, el pasado noviembre, el Ejecutivo japonés propuso un recorte del 40% de las capturas en todo el mundo, para garantizar la sostenibilidad de la especie. Sin embargo, las organizaciones ecologistas no se han conformado con esta medida y siguen exigiendo el cese del comercio internacional.


Una problemática que de bien seguro seguirá a la orden del día y es que Japón no cederá a perder uno de sus mayores tesoros gastronómicos: el sushi.