viernes, 31 de agosto de 2012

Leyendas cerca de Kioto (2)

Hidesato y el rey Dragón se levantaron apresuradamente y se asomaron al balcón. El monte Mikami apenas se reconocía pues el ciempiés se enroscaba en su superficie cubriéndolo por completo. Sus ojos brillaban como dos bolas de fuego y sus patas parecían una serpenteante cadena de linternas.

Hidesato cogió una flecha y disparó su arco. La flecha atravesó la oscura noche y se clavó en la cabeza del ciempiés pero se desprendió rápidamente sin infringir ningún daño. El guerrero, lanzó una flecha que, de nuevo, siguió sin infligir ningún daño al monstruo. A Hidesato sólo le quedaba una flecha y, al recordar el efecto mágico de la saliva humana, lamió la punta de la flecha y apuntó con su arco. Esta vez la flecha dio en el blanco y se clavó en el cerebro del monstruo, que quedó inmóvil. La luz de sus ojos y de sus patas se fue apagando y la oscuridad inundó el lago Biwa y el palacio. Resonaron truenos y los relámpagos iluminaron el cielo y, por un momento, pareció que el palacio del rey Dragón se iba a venir abajo.

Al día siguiente la tormenta había amainado, el sol relucía en el cielo y el cuerpo sin vida del ciempiés flotaba en la superficie azulada del lago.

El rey Dragón y los suyos se regocijaron ante la destrucción de su terrible enemigo. Hidesato fue agasajado con un gran banquete, más lujoso aún que el anterior. Cuando llegó la hora de su partida, se puso en marcha acompañado por una comitiva de peces transformados en hombres. El rey Dragón le entregó cinco valiosos regalos: dos campanas, una bolsa de arroz, un rollo de seda y una olla y luego acompañó a Hidesato hasta el puente donde se despidió de él y de sus sirvientes.

Al cabo de un tiempo Hidesato llegó a su casa y, en cuanto los sirvientes del rey Dragón depositaron los presentes en el suelo, desaparecieron. No se trataba de regalos ordinarios. La bolsa de arroz no se agotaba nunca, el rollo de seda jamás llegaba a su fin y la olla no necesitaba fuego para cocinar. Únicamente las campanas carecían de poderes mágicos y Hidesato decidió entregarlas como ofrenda a un templo de su aldea. Nuestro héroe se convirtió en un hombre muy rico y su fama alcanzó todos los rincones del país. La gente dejó de llamarle Hidesato y empezó a ser conocido como Twara Toda, Mi señor de la bolsa de arroz.

jueves, 30 de agosto de 2012

Leyendas cerca de Kioto (1)

Hoy presento la primera parte de una leyenda ambientada en la zona donde he estado viviendo estos dos últimos años: Kansai, más concretamente en la prefectura de Shiga, al lado de Kioto.

Un día, el gran Hidesato llegó a un puente que atravesaba el gigantesco lago Biwa. Se disponía a cruzarlo cuando se fijó en una serpiente-dragón que estaba durmiendo y le cortaba el paso. Hidesato, sin dudarlo, saltó por encima del animal y continuó su camino.

Apenas había avanzado unos cuantos pasos cuando oyó que alguien le llamaba. Al girarse descubrió que en el lugar del dragón había un hombre que le hacía gestos con gran ceremonia. La apariencia era muy extraña y sobre su roja cabellera relucía una corona con forma de dragón. Soy el rey Dragón del lago Biwa –se presentó-. Hace un momento adopté la forma de un monstruo horrible con la intención de encontrar a un mortal que no me tuviera miedo. Vos, señor, no habéis temido y esto me congratula. Desde hace tiempo un ciempiés baja de las montañas, entra en mi palacio y destruye a mis hijos y nietos. Uno a uno han sido alimento de esta terrible criatura y temo que, no dentro de mucho tiempo, yo sufra ese mismo destino si alguien no termina con tal horrendo monstruo. Llevo mucho tiempo esperando a un hombre valiente. Todos aquellos que me han visto bajo la forma de dragón han salido huyendo. Vos sois el único que no me ha temido y por eso os ruego que matéis a mi enemigo.

 

Hidesato no despreciaba una aventura y mucho menos si ésta entrañaba algún peligro, así que acepto la proposición sin pensarlo dos veces. Cuando Hidesato llegó al palacio del rey Dragón, tan hermoso y reluciente como el del mismísimo rey del Mar, fue recibido con un gran banquete. Degustó exquisitas viandas sobre pétalos de loto mientras diez pececillos de colores bailaban al son del koto y el samisén tocado por hermosas carpas. De pronto, mientras Hidesato seguía disfrutando de tan placentero recibimiento se escuchó un ruido ensordecedor, como si una docena de truenos retumbaran al unísono.

Si queréis saber el desenlace de la historia de Hidesato y el rey Dragón no os perdáis el siguiente artículo. ¡Hasta la próxima!

Historia sacada de Mitos y Leyendas de Japón. F. Hadland Davis. Satori Ediciones. 2008.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Cocinando Tekka maki

Japón cuenta, sin duda, con una rica y variada gastronomía. Durante el tiempo al frente de este blog no han sido pocas las recetas que he presentado, así como vicisitudes y características de lo que podríamos denominar: comer en Japón. La cultura occidental ha adoptado el sushi, más concretamente el afán de los japoneses por comer crudo (en este caso el pescado), como estandarte de la exportación de la gastronomía nipona al resto del mundo. No es de extrañar que, al ser preguntado sobre comida japonesa, el sushi sea la primera imagen que se nos venga a la mente.

De variedades de sushi he hablado en este espacio dedicado a la comida japonesa, pero me quedaba una: el maki. Es por esto que hoy dedicaré este artículo a la preparación de los denominados tekka maki

Los tekka maki son rollitos de arroz envueltos en una hoja de alga nori que se preparan fácilmente con la esterilla de bambú tradicional de sushi, denominada makisu. Sólo hace falta un poco de práctica para conseguir magníficos resultados con el menor esfuerzo. Además, para paladares poco amigos de lo picante se podrá prescindir del típico wasabi.


Ingredientes (para 6 personas)
6 Hojas de nori
300 gramos de arroz
100 gramos de lomo de atún (o la variedad de pescado que queramos. También podemos hacer tekka maki con verduras e incluso frutas)

Procedimiento para elaborar un surtido de tekka maki

1- Colocar media hoja de nori sobre la esterilla de bambú y extender una capa de arroz, previamente hervido, de un centímetro de grosor, dejando libre uno de los extremos de la hoja de nori. Colocar un poquito de wasabi, formando una tira transversal en el centro de la hoja.

2- Cortar el atún en seis tiras de una longitud similar al ancho de la hoja de nori. Colocar una tira sobre el arroz y enrollar con la esterilla hasta llegar al extremo de la hoja de nori que no tiene arroz.

3- Presionar ligeramente el rollito con los dedos para darle forma rectangular, cortarlo por la mitad con un cuchillo muy afilado y colocar en una fuente para servir.

Un plato de poca dificultad que seguro apetece en estos días de calor sofocante. ¡Qué aproveche!

miércoles, 15 de agosto de 2012

Un nuevo idioma: el Japanglish (4)

Cuando estas combinaciones recaen sobre productos comerciales, se producen efectos curiosos. Así, Flavour My Drip (“Saborea mi goteo”) es una marca de café, y una línea que ya no se comercializa de comoda para microondas se denominaba Dish of Quickie (“El plato del precoz”). Los creadores de estas marcas, sin duda, ignoraban las posibles interpretaciones de carácter sexual que podían tener estas construcciones gramaticales.

Algunos residentes extranjeros suelen irritarse por el hecho de que los préstamos léxicos parezcan demasiado a menudo utilizados sólo para designar temas negativos. Una palabra que goza de poca estima es la denominada risutora (del inglés restructuring, o “reestructuración”), ya que suele implicar despidos de trabajadores. Del mismo modo, si bien hay una expresión japonesa para definir el acoso sexual, seiteki iyagarase, los medios de comunicación lo denominan, sin excepción, seku-hara (del inglés sexual harassment). Sin duda, los medios de comunicación adoptan un papel preponderante en la difusión y aceptación de este peculiar “idioma”. La sociedad suele aceptar como válido todo aquello que aparece en televisión, se difunde por las radios o se publica a través de páginas oficiales de internet y, en el caso del Janglish, no podía ser de otra manera.