domingo, 26 de septiembre de 2010

Burocracia en Japón

Explicar lo que me ha ocurrido este mes en Kyoto es difícil de plasmar en tan poco espacio. Desde que llegué el día 4 de setiembre no he parado.

Primero, tuve que visitar la oficina para extranjeros donde se me otorgaría el registro de residente, necesario para establecer una vivienda fija durante todo este año. Luego, las gestiones relacionadas con el teléfono móvil, ponen pegas para todo pero al final pude contratar una tarifa que me ofrecía envíos de mail gratis a cualquier compañía. La siguiente operación fue la revisión médica que la universidad había programado antes de empezar las clases. Ir a un hospital sin apenas entender nada de japonés fue toda una aventura.



Finalmente, tuve que lidiar con las finanzas japonesas. Crear la cuenta del banco en Japón, como en cualquier parte del mundo, significa cobros de tasas y comisiones por todo. Sin duda, sacar dinero en este país no es cosa fácil, ni tampoco gratis. Aún así, con el apoyo de los asistentes de la universidad fue todo un poco más fácil y es que, sinceramente, creo que si me dejan sólo ante el peligro me hubiera vuelto loco.

Y pensar que en España tenemos móviles y abrimos cuentas de banco en escasos minutos... De todos modos, pasé los trámites sin lamentar mayores consecuencias y ahora puedo disfrutar de la vida nipona sin preocuparme de papeles y otras cuestiones administrativas.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Desde Kyoto

Después de varias jornadas en Japón haciendo papeleo y comprando varias cosas imprescindibles para hacer una vida digna en este país (móvil y portátil así como haciendo la cuenta del banco y el registro civil para extranjeros) creo que estoy dispuesto a volver a escribir en este espacio. Perdonad la tardanza.

Kyoto es una ciudad increíble. Llevo más de 15 días descubriendo sus calles y aún me cuesta orientarme debido a sus dimensiones. Un país que no deja indiferente a nadie y que permite disfrutar de su gente, su cultura y su gastronomía en cualquiera de sus pueblos y ciudades. Dejando a un lado sus impresionantes atractivos turísticos en forma de templos, castillos y jardines (Kinkakuji, Ginkakuji, Kyomizudera, Ryôan-ji, el castillo Nijôjo o el barrio de Gion entre muchísimos otros), la ciudad de Kyoto cuenta con un sinfín de zonas de ocio, donde los jóvenes entran y salen de los karaoke mientras hacen una pequeña parada en la multitud de restaurantes que abarrotan las calles de la ciudad imperial.


La vida en Kyoto es completamente diferente a la de Tokyo, donde la gente parece vivir estresada por su trabajo cogiendo trenes a todas horas. Poder ir en bicicleta a cualquier parte de la ciudad no tiene precio.

A partir de ahora intentaré ir escribiendo asiduamente si las clases y su volumen de trabajo me lo permiten. Nada más por mi parte, saludos y hasta la próxima!