lunes, 12 de septiembre de 2011

Japón llora las víctimas del 11 de marzo seis meses después

Ayer, 11 de setiembre de 2011, se cumplieron 10 años del peor ataque terrorista de la historia. 2.973 personas perdieron la vida y 6.000 resultaron heridas en los ataques contra el World Trade Center, el Pentágono y Pensilvania. Un fatídico suceso que cambió para siempre la historia de nuestros días.

Al mismo tiempo, en latitudes alejadas, se lloraban, medio año después, las 15.781 víctimas del mayor desastre natural que se recuerda en Japón. Más de 4.000 personas siguen hoy día desaparecidas y decenas de miles de japoneses viven aún en centros habilitados para los damnificados sin poder volver a sus casas, a su antigua vida. El terremoto, de 9,1 grados en la escala de Richter, y el posterior y devastador tsunami terminó con las esperanzas de miles y miles de japoneses que, pasados seis meses, siguen consternados pendientes de un nuevo comienzo.

El tsunami azotó ferozmente la región de Tohoku, situada al noroeste de la isla de Honshu. Las prefecturas de Ibaraki, Miyagi, Iwate y Fukushima fueron las más damnificadas por la inmensa ola. Las características geológicas del archipiélago japonés lo convierten en uno de los puntos más inestables del globo y es que se sitúa encima de la placa del Pacífico y la Norteamericana, dos de las más activas del planeta.

Japón convive con el miedo constante de terremotos y alertas de tsunamis, un hecho constatable motivo por el cual se hubiera tenido que impedir la construcción de las diecisiete centrales nucleares activas con las que cuenta el país. Una de ellas, Fukushima Daiichi, bajo control de la Compañía Electrica de Tokio (TEPCO), sufrió las consecuencias de la gran ola provocando el mayor desastre nuclear que se recuerda desde Chernobil.

Con el tiempo, las medidas empleadas por el ejecutivo nipón y TEPCO para solucionar la crisis atómica han sido en su mayoría equívocas e insuficientes. La sociedad japonesa, diligente, estoica, disciplinada, tranquila y en ocasiones acusada de no tener sangre en las venas se ha unido para alzar la voz hacia una única dirección. Las mentiras o medias verdades contadas por el gobierno de la nación y por la empresa eléctrica han irritado a los ciudadanos japoneses que se han lanzado a la calle para chillar en contra de la energía nuclear y por una mayor transparencia informativa.

Hará falta paciencia y, sobretodo tiempo, para reconstruir las zonas más afectadas, poner fin a la crisis nuclear y conseguir que el país se levante de nuevo y vuelva a la normalidad.

Desde mi humilde blog, un recuerdo para todos los damnificados del 11 de marzo.

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