Después de una serie de artículos enfocados a temas más económicos y sociales me apetecía dedicar un espacio a la mitología. En esta ocasión hablaré de un descendiente directo de los primeros dioses Izanami e Izanagi e hijo de Susanô: Okuninushi.
Okuninushi y su hermano paseaban por el campo dirigiéndose hacia una fiesta. En el camino, se encontraron con una liebre a la que le habían arrancado toda la piel. El hermano pasó de largo, pero no así Okuninushi quién se paró a preguntarle que le había sucedido.
La liebre le explicó que vivía en Oki y quería llegar hasta Izumo, pero como no había ningún puente, engañó a los monstruos marinos para que se pusieran en fila india, y así ella poder cruzar el mar pasando por encima de sus cuerpos. El problema fue que el último monstruo marino se dio cuenta del engaño, le mordió en la cola y le acabo arrancando toda la piel.
Okuninushi se apiadó de ella y la liebre por arte de magia se convirtió en una deidad que le recompensó con el amor de Yagami-hime. Mientras tanto, su hermano cada vez se iva poniendo más celoso de Okuninushi por el amor que recibía de Yagami-hime, una mujer de enorme belleza. Finalmente, enfurecido, decide matar a Okuninushi. La madre de ambos, entristecida, decide ir a suplicar a los dioses para que revivan a Okuninushi. Tan fuertes son sus llantos que finalmente les convence para que lo devuelvan a la vida.
Su hermano sorprendido, observa incrédulo que su hermano sigue con vida, así que vuelve a matarlo con una piedra. Su madre decide volver a pedir ayuda a los dioses, quienes bondadosos vuelven a concederle el don de la vida a su hijo. Pero una vez más, el hermano terminaría asesinando al descendiente directo de Susanô, esta vez clavándolo en un árbol. Por tercera vez Okuninushi es resucitado, pero en esta ocasión su madre le aconseja que vaya a hablar con su padre para ver si él puede hacer algo y terminar con el rencor de su hermano.
Okuninushi decide viajar hasta Tsuga, el castillo de su padre Susanô. Al llegar se enamora de una de las hijas de Susanô e intenta seducirla. Susanô enfurecido, intenta también matar a Okuninushi aunque finalmente le convencen para que no lo haga. Okuninushi, un día, aprovechando que su padre está durmiendo, decide robarle la espada que había conseguido matando al dragón de ocho cabezas y ocho colas, así como un arpa, un arco y a su hija. Empiezan a escapar, hasta que el arpa choca contra una pared generando un sonido que termina por despertar a su padre.
De este modo, empieza una persecución. Pronto, Susanô se da cuenta de que no puede atraparlos, así que decide pactar con ellos. Susanô le dice a su hijo que, ya que ha robado la espada la use para matar a su hermano y así este, no volverá a asesinarlo. En cuanto a su hija, le pide que se case con ella y así pueda perpetuar la herencia con muchos descendientes.
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