jueves, 26 de agosto de 2010

El Richard Gere japonés

Hablar de política en Japón es una cuestión compleja. Cinco han sido los primeros ministros que han tomado el mando desde que en 2006 Junichiro Koizumi abandonara las riendas del órgano ejecutivo nipón. Es decir cinco primeros ministros en cinco años.

En este aspecto, Koizumi es un caso especial. Apareció por primera vez en las elecciones a la Dieta Nacional de 2001, donde su partido, el Partido Liberal Democrático (LDP), obtuvo los mejores resultados de su historia. Un hombre excéntrico, atractivo dirán algunas (se le llegará a comparar con Richard Gere) y diferente a todo lo visto hasta la fecha. Koizumi terminaría siendo Primer Ministro gracias al apoyo, por primera vez, de todas las prefecturas en bloque que consiguieron dejar a un lado el gran poder de las facciones del LDP.

Koizumi diseñó su primera campaña con el objetivo de eliminar las “familias internas del partido” y así terminar con la corrupción que estas generaban. De algún modo, se ponía en contra de todos aquellos que no aceptaban la “reforma política” (terminar con el caciquismo existente dentro de los partidos y la corrupción que ello conllevaba). Una reforma que él enfocó en la privatización de correos.
Se convirtió en un Primer Ministro carismático, con aires americanos y con unas ideas transgresoras y liberales que buscaban dar un giro de 180º a la estancada política nipona. Koizumi fue capaz de reestructurar su propio partido desde dentro poniendo punto y final al poder de las facciones, eliminando las disidencias internas e incluso haciendo ver al electorado que él era sinónimo de cambio. Su lema: para cambiar Japón, si hace falta destruiré al LDP.
Propuso privatizar correos, una entidad que, en Japón, actúa como principal caja de ahorros y donde la mayoría de ciudadanos tiene abierta una cuenta corriente. Koizumi pensaba que con el dinero generado por la privatización el LDP sería capaz de otorgar préstamos a las zonas rurales, financiar grandes proyectos de obras públicas, ayudar al sector de la construcción y en última medida, terminar con la deuda que el país acarreaba desde hacía años. En definitiva, un negocio que generaría grandes ingresos dentro de las arcas públicas.



Su propuesta fue aprobada finalmente en la Cámara baja, pero no así en la Dieta Nacional, donde sería revocada por los miembros del LDP. Seguro de sus posibilidades decidió disolver la Cámara baja y convocar nuevas elecciones el 11 de setiembre de 2005. Los resultados volvieron a ser sorprendentes consiguiendo otra vez mayoría absoluta. Aún así, tuvo que enfrentarse a su propio partido para mantener los ideales por los que tanto había luchado y finalmente romperá el statu quo de la política japonesa con una propuesta electoral que pasará a los anales de la historia.

Americanizará la campaña de 2005 y con su idea de privatizar correos será capaz de “esconder” temas de la agenda política como la reforma de la Constitución o la guerra de Irak. Conseguirá mediatizar todo el proceso haciendo que los medios de comunicación, poco receptivos a la política hasta entonces, se hicieran eco de todo. Enviará los apodados asesinos de Koizumi (personajes mediáticos como cocineros, modelos, presentadores de televisión, etc.) a las circunscripciones electorales para hacer campaña por los candidatos de su partido y de paso conseguirá movilizar a las mujeres y a los jóvenes, muy poco interesados en la política.
Sin duda, un primer ministro que no pasó de puntillas por la política japonesa y que, probablemente, no quedará en el olvido.

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