Los días en Hanoi fueron lluviosos. Una ciudad de más de 3 millones de personas donde las motocicletas se han convertido, desde hace unas décadas, en el principal vehículo de transporte. Las consecuencias han sido un aumento substancial de la contaminación ambiental, que llega incluso a producir dificultades respiratorias graves, y un incremento de la contaminación acústica a niveles infernales.
El hotel donde nos hospedamos nos dió la posibilidad de contratar diversas excursiones. La primera de ellas nos condujo a los túneles y trincheras excavados por el Vietcong o Vietnam del Norte durante la guerra contra Vietnam del Sur y los Estados Unidos. La claustrofobia se apoderó de nosotros al entrar en los pequeños y estrechos pasadizos donde sólo se podía avanzar gateando.
La segunda de las excursiones debía llevarnos a la bahía de Halong, uno de los lugares más bellos del planeta. Sin embargo los organizadores decidieron cancelar el viaje a última hora debido a las inclemencias del tiempo. La alternativa nos llevó a uno de los templos budistas más importantes del país. Además pudimos montar en bicicleta a través de paisajes característicos del país y terminar la visita con un pequeño recorrido en barca a lo largo de una imponente bahía. Lamentablemente ,en esta última parte, la lluvia hizo acto de presencia y tuvimos que dar media vuelta.
De este modo terminaron nuestras vacaciones por el Sudeste Asiático.
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