Yoshida Noda toma el control de la tercera potencia mundial en tiempos complicados, cuando el país se encuentra inmerso en una compleja reconstrucción de la región del nordeste del país, afectada por las catástrofes naturales del pasado 11 de marzo. Las medidas son lentas, hecho que desespera a los habitantes de la zona, que siguen viviendo en condiciones muy complicadas. La crisis nuclear de Fukushima sigue sin resolverse, así como el debate sobre el futuro de la energía nuclear en el país. Japón es el segundo país más dependiente de la energía atómica del mundo después de Francia.
A todo ello se suma una economía estancada, con un déficit público que algunos organismos internacionales estiman que este año podría llegar al 11% del PIB y una deuda pública que se sitúa en torno al 220% del PIB, lo que convierte a Japón en el país desarrollado más endeudado del planeta. Un momento complicado para el país del sol naciente, tanto a nivel económico cómo social, y es que Japón tendrá que encontrar en breve una solución al exponencial envejecimiento de la población y al coste que supondrá pagar la jubilación a todos estos ciudadanos.
El futuro mandatario japonés es partidario de subir los impuestos para sanear el gran déficit y la abultada deuda pública de la tercera potencia mundial, así como de revisar la política nuclear.
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