Hace mucho tiempo un emperador cayó gravemente enfermo. Por las noches era incapaz de dormir debido a que escuchaba un insoportable ruido procedente del tejado del palacio, llamado el Palacio Púrpura de la Estrella del Norte. Algunos de sus cortesanos decidieron montar guardia para esperar al desconocido visitante nocturno.
En cuanto el sol se puso vieron cómo una nube oscura se aproximaba desde el este y se posaba en el tejado del palacio. Los que hacían guardia dentro de los aposentos imperiales escucharon extraños sonidos de arañazos, como si la nube se hubiera transformado en una bestia de extraordinarias y poderosas garras.
Noche tras noche el terrible visitante regresaba y, noche tras noche, el emperador empeoraba. Su gravedad era tal que todos sus vasallos supieron que el soberano moriría si alguien no destruía al monstruo.
Yorimasa, el único guerrero con la valentía suficiente para aliviar el terrible dolor del emperador, ofreció sus servicios y se preparó para el combate. Cogió su mejor arco y sus flechas de punta de acero, vistió su armadura, sobre la que se puso un manto de caza, y se cubrió con un sombrero ceremonial, en lugar de su casco habitual.
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