De camino a Gion, uno de los principales atractivos culturales de la antigua capital imperial y el único lugar aún frecuentado por verdaderas geishas, nos paramos en un café. Allí conocí a un hombre especial: el señor Ishida. Un japonés de avanzada edad con atuendo de bohemio que nos haría de cicerone esa tarde.
En seguida nos dirigimos al teatro. En la puerta nos esperaba el representante del espectáculo con las entradas en la mano y sin dilación nos condujeron a nuestros asientos. Los presentes iban vestidos para la ocasión. Las mujeres ataviadas con los clásicos kimonos y los hombres de traje y corbata.
Y empezó la representación. Las maiko no dejaron de bailar, cantar, actuar y exhibir sus exuberantes vestidos durante la hora que duro el espectáculo. Los colores de sus kimonos resplandecían en el escenario principal mientras, a lado y lado, una decena de mujeres narraban las historias que se iban sucediendo a ritmo de shamisen (三味線), un instrumento parecido a una guitarra hecho solamente de tres cuerdas. Desgraciadamente, dentro del recinto se prohibía hacer fotos.
A la salida, nos esperaba el señor Ishida. Nuestra sorpresa fue máxima cuando, después de expresar el agradecimiento por las entradas, el representante de la actuación nos invitó a comer a su restaurante en pleno centro del barrio de Gion. Un restaurante de comida típica japonesa. En un ambiente relajado, con estancias individuales de tatami, nos sirvieron todo tipo de platos: sashimi, arroz, tempura, tofu, encurtidos variados etc. Un sinfín de pequeñas delicias que quedaron grabadas en mi retina y en mi paladar.
Un velada del todo improvisada pero que sin duda, recordaré durante mucho tiempo. ¡Hasta la próxima!
Es Mexicano, no Mejicano, me siento ofendido como Mexicano que nuestro gentilicio sea mal escrito, es como si nosotros escribiéramos Espaniol en vez de Español.
ResponderEliminarfuera de esto tus reportajes son muy interesantes.
Siento el error ortográfico. Un saludo.
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