lunes, 22 de agosto de 2011

Artes escénicas: butoh y takarazuka

Butoh

Este arte, que no debe confundirse con el buyo (danza japonesa), es una danza moderna de vanguardia y aunque la prensa mundial ha escrito mucho sobre él, y siempre se agotan las entradas en las giras internacionales, en Japón apenas se conoce fuera de los círculos artísticos.

El butoh, bien servido en el Asbestoskan, en Meguro (Tokio), puede ser una experiencia muy exótica, incluso erótica en ocasiones, aunque a veces llegue a ser exasperante por su extrema lentitud. Su principal mensaje gira en torno a la deshumanización, la desesperación y el nihilismo, en un compromiso por mostrar no la belleza física ni la armonía, sino la fealdad, lo grotesco y lo disconforme.

Takarazuka

Por razones completamente distintas, no hay nada más divertido que una velada de takarazuka, una extravagante revista teatral interpretada sólo por mujeres que podría situarse a medio camino entre Las Vegas y el Paladium de Londres.

Sin un solo actor varón en el escenario, abundan los personajes con bigotes postizos que palmean con descaro los muslos de las protagonistas, embargadas en amoríos, mientras las jovencitas de la audiencia, con ojos llorosos, se enamoran de los romances exagerados que se desarrollan en el escenario.

En suma, una distracción limpia y divertida que proporciona una percepción de las fantasías de la mujer japonesa. En las cercanías del Hotel Imperial se encuentra la sala más popular de takarazuka del país.

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