domingo, 2 de septiembre de 2012

Un poco de arquitectura Tokiota

Tal y como vimos en el artículo de ayer, la capital japonesa, Tokio, sufrió grandes desperfectos durante la Segunda Guerra Mundial. Objetivo principal de los bombarderos norteamericanos, la ciudad quedó parcialmente arrasada y con ello, en un abrir y cerrar de ojos, se esfumó gran parte de la arquitectura de la antigua capital, Edo. Al término de la contienda, el vacío arquitectónico de épocas pasadas fue reemplazado paulatinamente por construcciones convertidas hoy en día en símbolos de la nueva y cosmopolita Tokio.

De este modo, el actual paisaje urbano de la capital nipona nos presenta obras de ingeniería moderna como la Torre de Tokio, réplica de la Torre Eiffel de París pero 8,6 metros más alta, la megalómana estación de Shinjuku, una joya de la arquitectura moderna por la que circulan diariamente un promedio de tres millones de personas, el cruce de de Shibuya, uno de los más concurridos del mundo, la isla de Odaiba, creada de forma completamente artificial ganando terreno al mar y actual emplazamiento de numerosas empresas y zonas de ocio y un largo etc.

Aún así, la ciudad sigue contando con algún vestigio de épocas pasadas. Es el caso del puente Nihonbashi (en su traducción Puente de Japón). Situado en pleno centro del distrito financiero que lleva su mismo nombre fue erigido en 1603 por el shogun Ieyasu Tokugawa (fundador del gobierno militar de los Tokugawa. Con él empezaba un nuevo capítulo de la historia de Japón: el período Edo. También denominado como la época feudal japonesa en la cual el país asiático estuvo “cerrado”al exterior durante más de dos siglos). Una estructura sobre arcos de madera como hito para marcar el punto de origen de las cinco carreteras principales que partían de la capital. Entre estas rutas se encontraba la Tokaido (la gran Carretera Oriental), que unía Edo con Kioto. Durante el período Edo, el extremo meridional del puente hacía las veces de tablón de anuncios para la promulgación de edictos y la exhibición de las cabezas de los criminales. También fue la puerta de entrada de las caravanas de la Sankin Koutai.

El puente original se derrumbó en 1806, cuando centenares de ciudadanos huían precipitadamente de los ya habituales incendios que asolaban la capital. El puente actual, una estructura sólida y elegante, fue construido con piedra y metal para resistir los futuros incendios. Concluido en 1911 cuenta, en su extremo septentrional, con la grácil estatua de Otoshime-sama, princesa de los mares e hija del rey Dragón, erigida en memoria de la lonja pesquera que hubo en el lugar. A su vez, un poste que señala el kilómetro cero, continúa cumpliendo su función de punto de origen de las autopistas nacionales.

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