sábado, 17 de julio de 2010

Espíritus, fantasmas y demonios

Japón se ha caracterizado siempre por ser una cultura de fuertes raíces mitológicas. Su religión autóctona, el sintoísmo, incorporó a las costumbres niponas una gran cantidad de espíritus, héroes, demonios y fantasmas a quienes a lo largo de los años se ha ido recordando a través del culto.

Si de fantasmas, espíritus y demonios hablamos Japón es, sin duda, una de las sociedades donde más importancia se les da. Si viaja por el país en pleno verano, probablemente verá que la televisión, los cines y los teatros sacan a la luz la cosecha anual de películas de miedo, programación de Kabuki con obras sobre fantasmas y montajes que atraen grandes multitudes a los parques de atracciones. Los japoneses dicen que el antídoto perfecto contra el calor bochornoso es un buen escalofrío de miedo, y debe serlo, porque la tradición de dedicar el verano a los espíritus se remonta a unos 1.500 años.

El ejercito de demonios de los japoneses, que incluye varias especies de duendes y demonios, así como los espíritus de humanos, de animales e incluso de árboles o sombrillas, es uno de los más amplios del mundo. En conjunto se conoce como bakemono (obake abreviando), que significa monstruos. Las historias de fantasmas parece que se empiezan a contar hacia mediados de julio, cuando comienza el Obon , un festival budista de un mes de duración que conmemora a los muertos. Es uno de los mayores alicientes de las vacaciones estivales.

Aún así, muchos tipos de bakemono no guardan relación con el Obon. El festival de Setsubun (3 o 4 de febrero) se celebra para expulsar a los oni, unos ogros cornudos a los que les gusta la carne humana. Las figuritas de barro de diablillos parecidos a sapos, que se venden en las tiendas de regalos, representan a los kappa y el alado tengu , un demonio que habita en los bosques alpinos y a veces tiene un pico barbado, normalmente presenta un fiero rostro escarlata y una narizota. La imagen de este bakemono es utilizada en las antiguas obras de teatro y las máscaras de tengu suelen adornar algunos bares y restaurantes.



Los espíritus de animales, sobretodo de zorros , abundan en las creencias populares japonesas. De hecho, los mitos sobre zorros son de origen chino, pero fueron adaptados al sintoísmo. Representados escultóricamente en torno a los santuarios dedicados a Inari, dios de los beneficios y el grano, se cree que los zoros son mensajeros de la divinidad o seres cercanos a ella. Otro mamífero endémico de Japón, el tanuki o perro-mapache, también se considera que puede cambiar de forma. Se pueden ver en las ventanas de los establecimientos de bebidas y comercios de sake, ya que se consideran favorables.
La aparición de Kitsune-bi (fuego de zorros), metano incandescente, se dice que presagia la aparición de yurei, fantasmas. Se cree que los fantasmas son transparentes, y que por debajo de la cintura su apariencia se desvanece. Los yurei son espíritus temidos porque, al parecer, han dejado cuestiones pendientes en esta vida, normalmente con quienes les quitaron la vida.

Sin duda alguna, una de las mejores recopilaciones de historias sobre este tipo de seres salió de la pluma de Lafcadio Hearn (1850-1904), también conocido como Koizumi Yakumo, quién fue capaz de sintetizar en la obra Kwaidan las narraciones de la tradición oral.

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